Historia

No hay duda alguna de que Cangas de Onís ingresa en la Historia en el siglo VIII, a raíz del triunfo de Pelayo y sus tropas sobre la columna expedicionaria árabe mandada por Alkama en la batalla de Covadonga, donde se habían refugiado los rebeldes astures, episodio luego resaltado por las Crónicas y tenido como el origen del Reino de Asturias. Mas la presencia humana en el concejo se remonta al Paleolítico Superior; de ello dan fe, principalmente, los yacimientos prehistóricos de las cuevas de El Buxu y los Azules, ambos declarados Bienes de Interés Cultural. La primera de las cavidades, ubicada cerca del núcleo rural de Cardes (parroquia de Santa María de Cangas de Onís), fue descubierta en 1916. Las excavaciones arqueológicas realizadas —más sistemática la de los años ochenta—, pusieron de manifiesto la importante presencia de la cultura solutrense, con utillaje lítico y óseo, creaciones de arte mobiliar como la curiosa talla de un ave sobre un colmillo de oso, y los grabados y pinturas rupestres de formas geométricas y animales varios. Por su parte, la cueva de los Azules, próxima a la capital municipal, es de los yacimientos más relevantes de la etapa aziliense en el área cantábrica. Entre lo encontrado allí destacan un arpón, de finales de dicha etapa, y un enterramiento, cuya recreación puede contemplarse en el Museo Arqueológico de Asturias (Oviedo). Además de las citadas anteriormente, merecen mención, la cueva de la Güelga (Narciandi) y el yacimiento al aire libre de La Cavada, próximo a Corao.

De época neolítica hay interesantes aportaciones; es el caso de las cuevas de Salamula, Trespando y El Cuélebre, las hachas pulimentadas del valle del Güeña o el muy conocido dolmen de Santa Cruz de Cangas de Onís, formado por cinco grandes bloques de piedra para cuya decoración se recurre a la pintura y el grabado.

La Edad de Bronce ha dejado algunos testimonios interesantes, como el puñal de lengüeta de la cueva de El Cuélebre en Corao, varios hachas, planas y de talón, encontrados en varios lugares: Güeraño, Santianes o Cangas de Onís. Ha quedado confirmada la extracción de cobre, durante este periodo, en la mina El Milagro, perteneciente al concejo de Onís y cercana a la localidad canguesa de Mestas de Con.

En el discurrir histórico del concejo es preciso detenerse en la etapa de la ocupación romana, combatida por cántabros y astures, pueblos separados en tiempos prerromanos por la frontera natural del Sella. Una vez derrotados tan indómitos pobladores, el proceso de romanización se dejó sentir con especial fuerza. De entonces quedan restos de la calzada que atravesaba la Cordillera desde Riaño a Cangas de Onís, construida por los romanos para defender sus intereses en la Península, según C. Fernández Ochoa. La población colonizada, por su parte, nos hizo llegar una gran cantidad de estelas funerarias, correspondientes a las tribus indígenas de vadinienses y orgenomescos. La introducción del cristianismo en estas tierras se presta a controversia, pero parece haberse producido en las últimas centurias de la romanización.

El dominio visigodo, en cambio, tuvo escasa incidencia, aun teniendo en cuenta el descubrimiento de jarritos litúrgicos en la mina El Milagro y Covadonga.

La frágil hegemonía de los invasores árabes (año 711) en Asturias se rompió definitivamente en la batalla de Covadonga del año 722. A partir de entonces se constituye el pequeño Reino de Asturias, con capital en Cangas de Onís, sede de la corte durante medio siglo aproximadamente. Tras Pelayo ocupan el trono, sucesivamente, Favila, hijo de aquél y fundador de la capilla de la Santa Cruz en Cangas de Onís, Alfonso I, Fruela, Aurelio y Silo (774-783), siendo este último quien decide trasladar la capitalidad a Pravia tal vez por motivos estratégicos.

Administrativamente, el territorio actual del concejo formaba parte, según Juan Ignacio Ruiz de la Peña, de la provincia premoriense, extendida a tenor de la documentación de entonces por lo que es actualmente el oriente de Asturias.

El nombre de Kangas aparece ya en un documento del año 946, mientras en el Concilio de 1115, celebrado en Oviedo siendo obispo don Pelayo, figura la firma del representante de Cangas. Otra fecha registrada es la del año 1378 cuando Cangas facultó a Sancho Rodríguez de Teleña para asistir a la reunión mantenida en Oviedo por los concejos enfrentados a la decisión expresada en el testamento de Enrique II (1374) —donde ya figura con el apelativo de Onís— de incorporarlos al señorío de su hijo bastardo, el conde don Alfonso Enríquez, de tal manera que la ampliación del mismo iba a ser notoria. El contencioso originó varias sublevaciones del conde y se saldó con la derrota de éste y el retorno de la mayor parte de sus dominios a la Corona.

Ambrosio de Morales, cronista de Felipe II, enviado por el monarca a León, Asturias y Galicia para inventariar cuanto de valor artístico e histórico encontrase, se desplaza en 1572 a Villanueva, Covadonga, Abamia y Cangas de Onís, distinguiendo en esta última localidad dos partes: la zona baja, llamada el Mercado, verdadera capital del concejo, donde tenían lugar el mercado y varias ferias y se hallaban los principales establecimientos, entre ellos el Ayuntamiento, la capilla de San Pelayo, el hospital de peregrinos o la cárcel. La parte alta, denominada Cangas, se agrupaba alrededor de la iglesia de Santa María.

El concejo comienza en 1594 su asistencia a las reuniones de la Junta General del Principado, siendo normalmente asignada su representatividad a los miembros de las familias más influyentes.

Otra visita, ésta de Jerónimo de Chiriboga en 1613, por encargo de Felipe III, resulta decisiva para el cambio que experimenta Covadonga, con una serie de obras importantes impulsadas por varios abades. En 1777, el incendio devastador de la Cueva despierta el profundo interés de Carlos III por el Real Sitio; ello se traduce en la erección de un nuevo templo y otras mejoras que contribuyen a la revitalización del concejo.

Llega la guerra de Indedependencia y con la noticia de la presencia no deseada de las tropas napoleónicas se produce el levantamiento del pueblo en Cangas de Onís el 27 de mayo de 1808. Una vez canalizada la repulsa, se constituyen los regimientos de Covadonga y de Cangas de Onís, éste último a las órdenes de Salvador Escandón y Antayo. Cangas se constituye en sede de un gobierno militar, al frente del cual estaba el coronel Francisco Cortés Posada. El general francés Bonet y sus hombres se hicieron dueños, en varias ocasiones, del concejo y su capital, utilizando varios edificios y lugares como cuarteles y centros de operaciones. La virulencia de la contienda explica la ruina y el gran número de bajas entre la población civil y los militares de ambas partes.

El trienio constitucional (1820-1823), paréntesis liberal en el absolutista reinado de Fernando VII, permitió a Corao formar Ayuntamiento propio con jurisdicción sobre las parroquias de Abamia, Con, Grazanes, La Riera, Llenín y Villaverde. En 1927, dos cotos, el señorial de Tornín y el abacial de La Riera pasan a formar parte de Cangas de Onís.

La desamortización emprendida por Mendizábal y Madoz tiene aquí honda repercusión, logrando salvarse de la venta los montes públicos, las propiedades próximas al santuario de Covadonga o el inmueble del monasterio e iglesia de Villanueva, otra gran institución religiosa que los monjes fueron obligados a desalojar en 1835.

El concejo se convirtió en escenario destacado de las guerras carlistas. En noviembre de 1822 se produce la detención en la capital municipal de la partida realista formada por Rafael Salvador Escandón. El coronel Arroyo entra por la fuerza en el concejo allá por el año 1834 y consigue reclutar para la causa algunas gentes del lugar. En 1836 le toca el turno al general carlista Gómez, quien ocupa la villa-capital sólo durante tres días ante el acoso al que es sometido por el general Espartero. Ya en la tercera guerra carlista pequeños grupos mandados por Faes y Valdés toman la capital y los pueblos varias veces.

Del auge de Cangas de Onís en la segunda mitad del siglo pasado tienen mucha responsabilidad varios factores, destacando la mejora en las comunicaciones mediante la apertura de las carreteras a Ribadesella, Panes, Covadonga y la del Pontón, o del tranvía de Arriondas a Covadonga, la realización del Camarín y la basílica en Covadonga, una presencia real bastante frecuente, la creación de la Audiencia, o la puesta en marcha de las minas de Buferrera (junto a los lagos). Por esta época, los cangueses, como el resto de los asturianos, buscan hacer las Américas y dejan masivamente su patria chica. Diego Somoano afirma que «Cangas de Onís en este tiempo fortalece su importancia como centro militar, judicial, comercial e intelectual. Es significativo el número de semanarios que se publicarán en la última década del XIX y mitad del XX».

Apenas iniciada la presente centuria, concretamente en 1908, el rey Alfonso XIII otorga a Cangas de Onís el título de ciudad. El concejo comienza a potenciar turísticamente sus múltiples valores. Así, en 1908 se estrena el hotel Pelayo en Covadonga, en 1918 se crea el Parque Nacional de la Montaña de Covadonga, teniendo a Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, como principal impulsor, mientras que en 1924 se levanta el refugio de Vegarredonda.

Con el advenimiento de la II República, triunfa la Conjunción Republicano-Socialista el 12 de abril de 1931. En noviembre de 1933 gana las elecciones el Bloque Republicano de Centro y el 16 de febrero de 1936, vísperas del Alzamiento del 18 de julio, hace lo propio la Coalición de Derechas. Luego se desata la guerra civil y, tras ésta, se implanta una dictadura, pasando factura ambas durante mucho tiempo al concejo, ahora instalado en la prosperidad.

Conviene, por último, recordar algunos acontecimientos recientes pero ya históricos: el 11 de noviembre de 1978, en el salón de sesiones del Ayuntamiento de Cangas de Onís se constituyó solemnemente el Consejo Regional del Principado —antecedente de la actual Junta General del Principado—, con la misión de elaborar el Proyecto de Estatuto de Autonomía, sancionado por el rey Juan Carlos I el 30 de diciembre de 1981. En 1989 el actual Papa, Juan Pablo II, visita en olor de multitudes el santuario de Covadonga. En 1995 el Parque Nacional de los Picos de Europa releva al antiguo de la Montaña de Covadonga.